lunes, 19 de marzo de 2012

APROXIMACIÓN CRÍTICA A LA TEORÍA INSIDERS-OUTSIDERS Y SU APLICACIÓN AL MERCADO LABORAL ESPAÑOL


I. BREVE DESCRIPCIÓN DE LA TEORÍA INSIDERS-OUTSIDERS

Desarrollo del enfoque teórico

Desde el estallido de la crisis financiera y su virulento impacto en la economía real, cuya consecuencia básica en España ha sido el incremento exponencial del desempleo, ha ido tomando fuerza un conjunto de teorías que, sin atender al potencial de los desequilibrios financieros, comerciales y de distribución de la renta como causantes de la crisis actual, analizan el problema del desempleo de manera exclusivamente reduccionista en el propio mercado laboral y, en concreto, focalizan, aunque de una manera refinada, el papel de la negociación colectiva, los sindicatos y la rigidez de los salarios como los determinantes del alto desempleo. Secundariamente, son también criminalizados como generadores de dicho desempleo derechos tales como la indemnización por despido, las cotizaciones sociales o el salario mínimo. De entre las muchas manifestaciones públicas a favor de este tipo de teorías podemos tomar como ejemplo, por su claridad, la siguiente exposición:

“A diferencia de lo que ocurre en otros países de nuestro entorno, en los que en las etapas recesivas el ajuste del mercado laboral se realiza por vía salarial y/o reducción de la jornada laboral, en la economía española se realiza por vía de destrucción de empleo. Este aspecto diferencia de nuestro mercado laboral responde, principalmente, al comportamiento dual de dicho mercado, en el que una gran porción de los contratos laborales, prácticamente un tercio del total, son temporales"[1].

 “El adverso comportamiento de nuestro mercado laboral sigue poniendo de relieve su elevado grado de ineficiencia y la falta de sensibilidad entre empleo y los salarios, por lo que los mecanismos de ajuste de este mercado no funcionan y ese ajuste termina realizándose vía cantidades (empleo) en lugar de precios (salarios)”[2].

En los párrafos seleccionados encontramos una síntesis perfecta de lo que se denomina como teoría “insiders-outsiders” (o de trabajadores internos-externos), un enfoque analítico que integra, por una parte, el principio típicamente neoclásico de la flexibilidad salarial como instrumento que posibilita la coordinación de la oferta y la demanda para alcanzar un nuevo punto de equilibrio en el mercado tras los diferentes shocks que puedan afectar a una u otra, y, por otro, y corrigiendo la visión neoclásica del trabajo como una mercancía homogénea, la existencia de una dualidad de trabajadores en la que es justamente la rigidez salarial de uno de los la causante principal tanto del paro, en general, como, en particular, de la difícil inserción laboral en condiciones aceptables del otro segmento de trabajadores. Este enfoque, del cual el profesor J. DOLADO uno de los principales ejemplos en el caso español, fue desarrollado por A. LINDBECK y D. SNOWER  a mediados de los `80[3] y ha pasado a convertirse actualmente en parte esencial del análisis ortodoxo del mercado de trabajo gracias al papel central que le otorga el más amplio modelo “de racionamiento de empleos”  o “modelo de síntesis LNJ”[4] utilizado por el FMI para estudiar el mercado de trabajo tras su Employment Outlook de 1999. Siguiendo a LINDBECK,[5] este enfoque se caracteriza por:

1.     Partir de la idea de que algunos tipos de costes de la rotación laboral (ej. indemnización por despido, costes de búsqueda, selección o nueva formación…etc.) crean poder de mercado para los trabajadores titulares en las empresas existentes, pues les permite presionar para conseguir salarios superiores al salario potencial que vacía el mercado sin perder el empleo.

2.     Frente a los asalariados titulados y con experiencia y protegidos por costes de rotación elevados y por la negociación colectiva (insiders), se posicionan los trabajadores parados o con puestos precarios e inseguros y de baja calidad o, directamente, en el sector informal (outsiders) y que no pueden acceder a un puesto estable en tanto la negociación colectiva imposibilita ofrecer su trabajo a unos salarios inferiores para ese tipo de puestos y así competir con los insiders.

3.     Así, las empresas fijan el salario nominal de los trabajadores por medio de una negociación para, en segundo lugar, tomar sus decisiones de producción, empleo y precios dado el nivel de salario nominal.

4.     Más allá del menor nivel de empleo y el incremento de la dificultad de inserción laboral de los outsiders, estas rigideces intensificarían la profundidad y extensión de una recesión, pues ante una contracción de la demanda de trabajo ciertos trabajadores empleados perderán sus puestos de trabajo sin que los que permanecen tengan incentivos para disminuir sus salarios, ya que seguirán recibiendo el salario nominal y, además, cuando comience el inicio de la recuperación volverán a demandar incrementos salariales en tanto tampoco tienen incentivos a tomar en consideración la situación de los outsiders (ver GRÁFICO 1[6])

GRÁFICO 1. Dinámica negociadora según el modelo insiders-outsiders (pulsar para ampliar)
     De hecho, ésta dinámica sería la causante de que a la recuperación -parcial, no obstante- de los mercados de bienes y servicios tras los diferentes shocks petrolíferos de los `80 y `90 no le siguiera una consecuente recuperación del empleo en los mercados laborales europeos. 

   Puede añadirse, finalmente, que la versión avanzada de este teoría (ver GRÁFICO 2) divide la categoría outsiders en “entrantes” (trabajadores recién contratados con mediante fórmulas precarias que, en su caso, pueden alcanzar hasta la posición de los insiders) y “parados” (trabajadores en desempleo), de modo que, una vez introducido este subgrupo, la dinámica de la relación los tres, en términos probabilísticos implicaría que: i) la probabilidad de que un insider se convierta en parado es inferior a la probabilidad de que un entrante se convierta en parado; ii) la probabilidad de que un parado se convierta en entrante es superior a la probabilidad de que un parado se convierta en insider; iii) la probabilidad de que un entrante se convierta en insider es inferior a la de convertirse en parado.

GRÁFICO 2. Rotación laboral en el modelo Insiders-Outsiders (pulsar para ampliar)


Propuestas de política económica

     Para solucionar el problema del desempleo, este enfoque propone una reforma institucional construida sobre dos ejes cuyo elemento en común es, evidentemente, la reducción del poder de los insiders:

1.     La configuración de un escenario de flexibilidad salarial pues, según esta teoría, en un momento de recesión y alto desempleo, la reducción generalizada de los salarios monetarios implicaría una reducción del salario real y, con ello, la disminución de los precios, lo que conllevaría una nueva elevación de los salarios reales dando lugar a un nuevo punto de equilibrio (“efecto riqueza”), y, con ello, al incremento de la demanda de financiación, lo cual disminuiría la tasa de interés y, consecuentemente, incrementaría la inversión, dando entonces lugar a un aumento de la demanda agregada que generaría empleo y daría lugar a la finalización de la recesión.

2.     Además, puesto que cuanto mayor sea la probabilidad para un trabajador inicialmente adscrito a una categoría de pasar a otra categoría, más cercano será en realidad el salario real vigente en la economía al salario de vaciado del mercado, pues ello supondría que los costes de rotación entrantes-parados e insiders-entrantes se habrían reducido, deberían reformarse los mecanismos legales que incrementan éstos en el sentido de: i) cuanto menores sean los costes de despido (indemnización legal), más fácil será sustituir un insider por un “entrante”; y ii) cuanto más bajos sean los costes de contratación y formación de los entrantes (cotizaciones sociales y costes de impartir la formación interna) y el salario de reserva de los outsiders en sentido estricto (salario mínimo y prestaciones por desempleo), más fácil será sustituir un entrante por un desempleado.

Aplicando esta teoría al caso español, si atendemos al papel central que los sindicatos ocupan en la configuración de las relaciones laborales, la fuerte dualidad de nuestro mercado de trabajo entre trabajadores indefinidos y temporales, el altísimo desempleo (más allá del actual 22% total de desempleo, entre 2008 y 2010 se ha dado un incremento exponencial de la tasa de despidos de los temporales hasta suponer una caída en la ocupación de este segmento del 20% en términos interanuales en dicho periodo y una disminución del total de los temporales sobre el total de asalariados de 10 puntos entre 2006 y 2011 -del 36% al 26% aproximadamente-), y, como señalan J. DOLADO y otros [7]  y J. FERREIRO y otros [8], los objetivos de los sindicatos en la negociación colectiva en base a quiénes son los que componen su base electoral y, como último factor, la eficacia erga omnes de la negociación colectiva, la conclusión lógica sería considerar que el problema español del desempleo está causado por las rigideces salariales de los trabajadores internos y los altos costes derivados del poder de éstos. Ante ello, parecería ineludible identificar a esta teoría como el enfoque idóneo para analizar el mercado de trabajo español y sus recomendaciones de política económica como las más adecuadas respecto del problema del desempleo.



II. BREVE CRÍTICA DE LA TEORÍA INSIDERS-OUTSIDERS EN RELACIÓN AL MERCADO DE TRABAJO ESPAÑOL

No obstante de la aparente similitud entre el caso y la teoría insiders-outsiders considero que tanto los fundamentos sobre los que ésta se configura (en relación a las variables que determinan el salario) como su aplicación al caso español (por las características institucionales de financiación pública y efecto erga omnes de los convenios) y u recomendación de flexibilización salarial pueden ser fuertemente criticados si se utilizan otras teorías sobre el mercado de trabajo, como ocurre, por ejemplo, desde la llamada “teoría postkeynesiana-institucionalista”. Bajo esta compleja denominación se desarrolla la síntesis realizada entre, por una parte, la aplicación al mercado de trabajo por autores como S. WEINTRAUB, P. DAVIDSON, F. ARESTIS, A. EICHNER o E. APPELBAUM, del desarrollo de las propuestas realizadas por J. M . KEYNES y M KALECKI, N. KALDOR o J. ROBINSON y, por la otra, del análisis institucionalista sobre los mercados internos de trabajo de P. DOERINGER o M. PIORE o sobre la estructura de la economía de J. GALBRAITH. El resultado de dicha síntesis da lugar a un paradigma teórico que se diferencia sustancialmente del paradigma neoclásico, y de sus diferentes desarrollos, cuanto menos en: 1) su énfasis por la superación del concepto mecanicista de equilibrio a favor de un análisis dinámico de los procesos de producción en economías que se expanden en el tiempo; 2) en la importancia que en ese proceso dinámico poseen las diferentes instituciones, especialmente el dinero y su no neutralidad; y 3) como resultado de lo anterior, en la conclusión de que el desempleo involuntario no es el resultado de la inflexibilidad de precios y salarios, sino la manifestación de fallas radicales en la economía asociadas a una demanda efectiva insuficiente la cual es causada, a su vez, por las desigualdades distributivas y prácticas monopolistas en el mercado de bienes[9].

Aplicando sus fundamentos al mercado laboral, este enfoque, al incidir con especial énfasis el papel del salario como fuente estable de renta con un papel esencial en la demanda agregada, teoriza que el éste no puede utilizarse como variable del control que ajuste el mercado de trabajo. El razonamiento mediante el cual se llega a una conclusión tan divergente parte de la distinta concepción que este enfoque posee, por una parte, respecto del procedimiento de fijación de precios y salarios, incluida de la negociación colectiva, y, por otra, su diferente aproximación a la estructura dual del mercado.

Comenzando por lo segundo, este enfoque adoptado una visión de la estructura económica que se aleja de la imagen de un tejido empresarial perfectamente competitivo compuesto por empresas “precio-aceptantes” típicamente neoclásico. Por el contrario, dicho tejido se compondría de dos sectores de características divergentes denominados como “primario” y “secundario” al componerse, respectivamente, por un conjunto de industrias oligopolistas que constituyen el “núcleo” de la economía, y por una “periferia” compuesta por un alto número de empresas pequeñas[10]. Así, la proporción a favor de los outsiders se daría principalmente en el mercado secundario –periferia-, donde supondrían la casi totalidad de la plantilla, mientras que, aunque seguirían teniendo fuerte presencia en el primario –núcleo-, el papel esencial de los insiders disminuye el porcentaje de presencia de los temporales[11]. Un elemento esencial al respecto con gran influencia sobre el resto del análisis laboral es que, en estos mercados con estructura centro-periferia, los procesos de determinación de precios dependería del poder de mercado de cada empresa, siendo las empresas del núcleo, gracias a su posibilidad de explotar economía de escala y de disponer de mayores fondos para financiarse, las que fijarían el precio de mercado en base a procedimientos de “precio sobre el coste” o mark up (“precio administrado”)[12]. Contra este precio, las pequeñas empresas sólo podrían competir, como regla general, no sustituyendo capital anticuado, aceptando tasas de beneficios inferiores o pagando salarios más reducidos (elemento que, en relación a lo que ya se dijo, explica gran parte de la dualidad). Una vez demostrado que la dualidad del mercado de trabajo responde a más factores (y de mayor complejidad) que los que identifica la teoría del texto, la perspectiva que ahora analizamos también ataca frontalmente la concepción de aquella sobre la flexibilidad salarial en base a su diferente aproximación a la determinación de los precios: en un sistema mark-up, en el que las empresas se caracterizan por presentar “coeficientes de producción fijos”[13] el potencial de utilización del coste salarial es sólo relativo, pues una reducción de los costes salariales no tiene por qué repercutir en el precio final debido al sistema mark-up, sino en márgenes mayores.

Además, desde esta perspectiva, la demanda de trabajadores depende directamente de las expectativas de las empresas sobre la demanda de su producción: al depender la evolución de la economía de las expectativas sobre el consumo, el volumen de empleo se determina principalmente en el mercado de bienes y servicios y no tanto mediante el salario[14] (ver GRÁFICO 3), de modo que éste no sólo no tiene por qué tener un efecto equilibrador cuya disminución provoca un aumento del empleo, sino que, al contrario, puesto que la demanda efectiva dependerá positivamente de la participación de las rentas del trabajo en la renta nacional, la reducción salarial podría, teniendo una aproximación realista de la composición de la estructura empresarial y, consecuentemente, de la dinámica de determinación de los precios, llevar a la economía desde una situación recesiva a una depresiva[15]. Así, tan sólo en supuestos muy excepcionales, como pudiera ser si la reducción genera una redistribución de recursos hacía sectores con mayor propensión a consumir o si se incrementa la inversión a través de una mejora de la competitividad respecto del resto del mundo por la reducción de costes de producción (política que siempre chocará con la existencia de costes aún menores en otros países) podría mejorarse el empleo.



GRÁFICO 3. Desempleo en un modelo de demanda de trabajo como demanda derivada de la demanda agregada global (pulsar para ampliar)

Aunque hemos examinado cómo una reducción salarial no tiene por qué provocar una reducción de los precios que lleve a una devaluación generalizada de la economía y, por tanto, no dar lugar al llamado “efecto riqueza”, la teoría postkeynesiana argumenta que, incluso en caso de que la bajada de salarios conlleve una bajada paralela de precios y por tanto éstos ganasen poder adquisitivo posteriormente, los efectos para la economía serían también sumamente perniciosos sin tener por qué resolverse el desempleo. La razón de ello estriba en que la deflación de precios y salarios induciría a un aumento del coste real de endeudamiento, pues las rentas con las que los trabajadores y las empresas (especialmente las periféricas) habrán de devolver los créditos adeudados antes de la reducción de precios y salarios serán menores en términos nominales (como consecuencia de la deflación de precios y salarios), mientras que el montante total al que ascendía la deuda respectiva se mantiene inalterable[16]. Evidentemente, el altísimo endeudamiento privado español supone una exposición sumamente peligrosa al respecto.

Como últimos argumentos que nos permitan concluir que la virtualidad de la teoría insiders-oustisders es bastante menor de lo que se argumenta desde los principales centros de pensamiento neoliberal, puede apuntarse que:

1. Aunque se suele argumentar que la amplitud de la brecha en cuanto a la indemnización por despido es el principal elemento que genera la dualidad insiders-outsiders, ello se ejemplifica con lo que había sido la tradicional indemnización 45 días por año de antigüedad con un límite de 42 mensualidades, frente a los aproximadamente de 8 a 12 días en los contratos temporales. Sin embargo, esa alta indemnización es la referente a los despidos improcedentes, es decir, cuando éste no encontrara justificación según las cláusulas del despido disciplinario o del objetivo. Por el contrario, la indemnización en el despido por causas económicas  (una de las subcategorías del despido objetivo) que la esta teoría plantea como rigidez en favor de los insiders es de (con un límite de doce mensualidades), lo cual supone que la brecha real tiene una dimensión que es menos de la mitad de lo que se argumenta[17].

2. Frente al argumento de que las bonificaciones por antigüedad de los trabajadores internos suponen un lastre a la implementación de nuevos medios de producción más avanzados tecnológicamente que podrían ser desempeñados por trabajadores nuevos cualificados, las normas proveen que el trabajador que no se adapte a las modificaciones técnicas operadas en su puesto de trabajo podrá ser despedido con la indemnización de 20 días de salario por año trabajado.

3. Finalmente, según la Comisión Europea, tomando como base = 100 el valor de los costes salariales unitarios en España en 1980, en 2008 éstos se hubieran deducido a 82,5 puntos. Por el contrario, en el mismo periodo, la participación de las rentas salariales en el PIB ha decaído desde un 74% a un 60%, y continúa cayendo (ver GRÁFICA 5).

GRÁFICO 4. Costes salariales unitarios en términos reales y Participación de las rentas salariales como % del PIB (pulsar para ampliar)


III. EL REDUCIDO PAPEL DE LA TEORÍA INSIDERS-OUTSIDERS

   En los párrafos precedentes se ha pretendido realizar una breve impugnación de la, tan de moda actualmente, teoría de los trabajadores internos-externos o insiders-outsiders. Una vez expuestos en profundidad los elementos de la misma, es decir, su concepción de las causas que dan lugar al surgimiento de la dualidad del mercado de trabajo, su modelo de la dinámica de la negociación, incluidos los sujetos negociadores y los objetivos de los mismos, su concepción de la determinación salarial y los supuestos efectos que, partiendo de esas bases, tiene la regulación laboral y el concreto papel de los sindicatos sobre la no generación de empleos suficientes en la etapa de crecimiento y el surgimiento de paro masivo durante las recesiones.
  
   Sin embargo, a pesar de su aparente aplicabilidad al caso español (por el alto desempleo, la alta temporalidad y el papel de los sindicatos), un análisis exahustivo de la misma nos lleva a concluir, desde mi punto de vista, que se trata de una teoría cuya capacidad explicativa, aun a pesar de ser habitualmente defendida desde los principales centros académicos y políticos (de ahí que las supuestas "injusticias" del mercado de trabajo teóricamente producidas entre los distintos grupos de trabajadores -y no entre éstos y los empresarios- sean argumentos habituales de las reformas laborales) es bastante menor de lo que parecería en un análisis superficial, pues se trata de un enfoque que:
 
-       Toma como elementos de análisis exclusivamente los vinculados a la configuración legal de las relaciones laborales, sin hacer apenas mención a elementos como los señalados al inicio del trabajo (desregulación financiera, desequilibrios comerciales o polarización de la renta), lo que supone una exclusión deliberada de factores que condicionan la evolución de los ciclo económicos y que, por tanto, tienen gran importancia en el comportamiento del empleo y del posterior desempleo.

-       Como consecuencia primera de esta devaluación del papel del mercado de trabajo como un mercado derivado del mercado de bienes y servicios, se atribuye la dualidad del mercado de trabajo exclusivamente a factores regulacionales, prescindiendo del papel sumamente importante que, como se ha visto, posee la especialización de cada economía en diferentes sectores económicos y, en ese sentido, especialmente, la diferente estructura económica mediante la que se organizan dichos sectores. No se habla, por tanto, de los efectos que puede tener la especialización de la economía española en sectores de bajo valor añadido en la dualidad laboral.

-       Continuando, el proceso de determinación de la salarios y de funcionamiento del mercado de trabajo se apoya en los tradicionales conceptos neoclásicos de “productividad marginal” y “equilibrio de mercado”, cuya capacidad explicativa decae fuertemente cuando se confrontan con lo más realistas conceptos postkeynesianos e institucionalistas de “mark-up” y “precios administrados” y el juego de éstos en una “estructura empresarial núcleo-periferia” con una dinámica competitiva absolutamente alejada de la concepción neoclásica y que condiciona el resto de elementos del modelo pero que la teoría insiders-outsiders, al centrarse exclusivamente en el mercado de trabajo, brilla por su ausencia. 

-       En virtud de la utilización de esos conceptos, se proponen como soluciones de política económica medidas cuya eficacia, sin embargo, queda sumamente en entredicho si las mismas se analizan en virtud de un enfoque no sólo más realista sino que, además, tenga en cuenta el comportamiento de un conjunto mayor de variables. Como se ha argumentado profusamente, ello se aprecia especialmente respecto de la medida de la reducción salarial, pues, tal y como se ha dicho, no se tiene en cuenta el efecto que esta tendría o bien sobre la depresión de la demanda agregada, o bien sobre una deflación tal que podría suponer sobre el problema del hiperendeudamiento privado español.

-       Además, la dinámica de la negociación de las normas colectivas, el eje de toda esta teoría, se plantea en unos términos que no se corroboran respecto de la práctica habitual de los sindicatos españoles, lo cual deja muy mermado el análisis sociológico de los objetivos negociales de las bases electorales tanto de éstos como de los partidos políticos que poseen cierta afinidad con los mismos. 

-       En relación a esto último, desde mi punto de vista, al enfatizar el salario sólo como un coste (en el plano microeconómico) y devaluar su papel como principal determinante de la demanda efectiva (en el plano macroeconómico), no tienen en consideración el papel de los insiders como trabajadores con fuerte capacidad de demanda de cuya estabilidad depende en gran parte la inserción laboral de los outsider 


  Por lo tanto, ¿qué papel cabe otorgarle a la teoría insiders-outisders en la explicación del desempleo? La respuesta a esta pregunta desde una óptica postkeynesiana es compleja puesto que el desempleo siempre estará vinculado, de manera irrenunciable, inestabilidad de la demanda debida a los factores que ya se han señalado, es decir, la dinámica interna de la estructura empresarial, los desequilibrios comerciales y en la distribución de la renta y, especialmente, el defectuoso diseño de la regulación financiera y de las instituciones monetarias[18]. Sin embargo, A. EICHNER, en dos brillantes apartádos de su artículo "Stagflation: explicando lo inexplicable", realiza un análisis magistral de la interacción de todos estos elementos para delimitar cómo ha de evolucionar la negociación colectiva desde un punto de vista postkeynesiano, lo cual da lugar a la identificación de ciertas dinámicas ineficientes que, entonces sí, podrán ser identificadas como derivadas de un mayor poder de los trabajadores internos, pero ejerciéndose dicho poder en un marco conceptual postkeynesiano (compuesto por todos los elementos que acaban de ser enumerados) y no neoclásico o neoclásico-neokeynesiano  (compuesto por los conceptos de mercado laboral autónomo, estructura empresarial precio-aceptante, productividad marginal o salario de equilibrio):

"3. LA INTERPRETACIÓN DE LA STAGFLACIÓN

[...]

3.1 Distribución de los beneficios generados por el progreso tecnológico


Mientras que una parte esencial del problema económico al que se enfrente cualquier sociedad es cómo organizar la producción para maximizar el progreso tecnológico, una parte no menos esencial del problema es cómo solucionar la distribución de los beneficios generados por ese progreso tecnológico. La solución convencional ha sido la de confiar en los mecanismos de mercado, con caídas de precios como la clave para asegurar la más amplia diseminación posible de cualquier beneficio generado por cualquier progreso tecnológico. La aparición de las megacorporaciones, que hoy dominan el sector industrial de la economía americana ha cerrado esta opción eficazmente.  pues, actuando en armonía con sus mayores rivales, es capaz de mantener un margen significativo sobre el coste frente a agudas contracciones de la demanda (Eichner, 1969; Chandler, 1977).

El cambio a una estructura industrial oligopolística, ya aparente en USA al final de la Primera Guerra Mundial, ha logrado mayoritariamente el propósito de proteger los márgenes de beneficios de la caída de precios. Pero tal y como la experiencia a lo largo de la década siguiente demostró, pervenir meramente la caída de precios no fue suficiente para asegurar una expansión económica continua. Con el progreso tecnológico llevando a un aumento rápido en la producción total por trabajador, pero sin ningún mecanismo disponible para asegurar que los salarios reales aumentasen para mantener ese ritmo de crecimiento -no a través de salarios monetarios más altos, sino a través de la caída de los precios- la economía se encontró en un camino de crecimiento insostenible. Sin un alza secular en los salarios reales, el poder adquisitivo del consumidor no podía mantenerse. El boom de las inversiones de los primeros años veinte terminó cortado por la incapacidad del poder adquisitivo de los consumidores de expandirse ampliamente mientras las megacorps registraban altas tasa de entrada de efectivo que, finalmente, fueron incapaces de mantener.  Ambas dinámicas alimentaron los excesos especulativos de la segunda mitad de la década de los veinte (Soule, 1947; Galbraith, 1955).

Este defecto en el mecanismo de distribución operativo de la economía ha sido ahora parcialmente remediado por el poder negociador de los sindicatos  [...] sirviendo hoy en día como el principal mecanismo por el cual los salarios reales son capaces de mantener el ritmo, a través de salarios monetarios más altos,  del crecimiento de la producción total por trabajador que hace posible el progreso tecnológico. El movimiento sindical es capaz de jugar este papel gracias a la postura negociadora que los grupos a los cuales representa perciban su <<parte histórica>> de los beneficios generados por el progreso. Esta postura negociadora, respaldada por su poder negociador colectivo, permite a los sindicatos industriales asegurar que una de las condiciones esenciales para un estado constante de expansión a largo plazo sea realizado. La condición es que el crecimiento de los salarios reales a lo largo del tiempo sea aproximadamente igual al crecimiento de la producción total por trabajador.


[...]


3.2 El papel de los sindicatos


Todavía -y ésta es la lección más importante obtenida por la experiencia después de la II Guerra Mundial- el poder del movimiento sindical es un mecanismo imperfecto para subir los salarios reales de modo que se mantengan en línea con el crecimiento de la producción total por trabajador. No es de sorprender que, al ejercer su poder negociador colectivo, los sindicatos industriales tienen a equivocarse en favor de los grupos que representan, con el resultado de que los salarios monetarios sean más proclives a aumentar más rápidamente que la producción total por trabajador. Esto, por consiguiente, conlleva un aumento en el coste de producción por unidad y, con la megacorporaciones actuando para mantener su márgenes de beneficios, lleven a un aumento de los precios. Del mismo modo que los salarios monetarios necesitan mantener el ritmo con el crecimiento de la producción total por trabajador, no cayendo por debajo de este objetivo si la expansión ha de ser mantenida de forma estable, los salarios monetarios deben mantener el rimo con el crecimiento de la producción total por trabajador, sin exceder ese objetivo si el sendero de la expansión ha de estar libre de inflación. Realmente, desde la perspectiva dinámica de la teoría postkeynesiana, el crecimiento de los salarios monetarios por encima de la producción total por trabajador, proporciona el punto de partida para comprender las causas de la inflación. [No obstante] el anterior argumento no debe ser interpretado de manera que sugiera que el poder negociador del movimiento sindical es la cusa fundamental de la inflación que han experimentado los EEUU desde el fin de la II Guerra Mundial"[19].

En esta misma línea, O. DE JUAN resume a la perfección lo dicho hasta aquí en enlazándolo con la teoría insiders-outsiders:


La hipótesis barajada en la nueva síntesis, a tenor de la cual sólo los <<trabajadores internos>>  gozan de poder negociador, nos parece plausible. Lo que no nos atreveríamos es a dibujar una función que relacione positivamente el poder de los trabajadores internos (y el salario) con el nivel de empleo. Lo único que tiene una explicación lógica y puede constatarse con relativa facilidad es que, a la hora de pedir incrementos salariales, los trabajadores internos miran a la cuenta de resultados de la empresas y sus planes de expansión. En una época de crisis, con fuerte caída de beneficios y empleo, los sindicatos no osarán pedir incrementos del salario nominal, y si lo hacen, el incremento salarial será trasladado a los precios sin que resulten ganancias reales.
[...] 


Lo que se afirma desde el prisma postkeynesiano es que el trabajo demandado por los empresarios depende básicamente del crecimiento esperado en la demande de bienes. Estas expectativas se formulan para un salario y precios dados. Si la mayoría de empresas planean una fuerte expansión y su cuenta de resultados está saneada, es posible que los trabajadores internos consigan aumentos nominales y reales del salario. Sin embargo, al darse dichos aumentos en épocas alcistas, no tienen por qué alterar sustancialmente las expectativas iniciales".[20].
  
    
     Por lo tanto, el análisis postkeynesiano sitúa a la negociación colectiva sólo en un plano secundario para la explicación del desempleo, siempre detrás de las consideraciones de demanda (e incluso ensalza el papel de ésta como instrumento para útil incluso para la prevención de crisis financieras al "unir" aquella con el ritmo de crecimiento de la economía)[21], y más primario en cuanto al tema de la inflación. Por tanto, desechados los conceptos neoclásicos vistos, ¿cuándo habrá de focalizarse en instituciones instituciones internas del mercado de trabajo como ésta el surgimiento del desempleo? Únicamente cuando en condiciones de incremento de la demanda agregada no se dé un paralelo crecimiento de la demanda de trabajadores y, por tanto, del desempleo. Si trasladamos ello a la evolución del desempleo  español, podemos observar que la demanda global de la economía se desploma abruptamente desde el primer trimestre de 2008 y sólo comienza a registrar incrementos muy tenues a partir del segundo trimestre de 2010 (zona verde y zona azuladas del GRÁFICOS 5). Si nos centramos en 2011, el PIB crece de media un 0,7% en términos interanuales (a razón de 0.9, 0.9, 0.8 y 0.3 en cada trimestre), lo cual, entendiendo la demanda de trabajadores como "demanda derivada", debería haber conllevado una reducción del desempleo. Sin embargo, el mismo se incrementa desde el 21,29% al 22,85% (ver GRÁFICO 5).


GRÁFICO 5. Evolución interanual del PIB y del desempleo en España 2008-2011 (pulsar para ampliar)

    Por tanto, no cabe duda de que, una vez desechada la hipótesis del paro como causa de la rigidez salarial, toda la zona verde de los gráficos anteriores estaría explicada como incremento del desempleo a causa de la caída de la demanda, siendo especialmente sensible la demanda agregada de la economía española a las dinámicas de polarización de la renta, especulación financiera y desequilibrios estructurales y comerciales. Mientras, la explicación del sector azul no sólo goza de mayores dificultades de explicación sólo desde esta óptica (pues aunque la demanda se redujera entre el tercer y el cuarto trimestre de 2011, en dicho cuarto trimestre debería registrarse un desempleo inferior al año anterior en tanto el PIB se encontraba en términos positivos) sino que, además, parece adecuarse a la hipótesis planteada por EICHNER. Si atendemos al comportamiento de las variables desempleo y producción junto a la del nivel de los incrementos salariales pactados en los sectores privados de la economía podemos identificar como éstos han seguido un comportamiento poco favorable de la negociación colectiva en la línea del pensamiento postkeynesiano (ver GRÁFICO 6). Así, aunque ha existido un incremento de la producción en los seis primeros sectores (sombreados en rojo), ello se ha compaginado con incrementos, en algunos casos bastante notorios del desempleo que no se corresponden a dicha dinámica, la cual parece explicarse por la existencia de incrementos salariales elevados (incluso algunos de ellos superiores a la evolución de la producción).


GRÁFICO 6. Evolución del desempleo, la producción y los aumentos salariales en el sector privado español en 2011 (pulsar para ampliar)

     Por tanto, parece que el enfoque insiders-outsiders, cuya capacidad explicativa para los años 2008-2010 se ve absolutamente solapada en favor de factores explicativos de carácter macro (y porque la solución plantada por esta teoría para dicho periodo es la reducción salarial, política sobre la que ya se ha dejado claro su carácter erróneo), goza de cierta virtualidad para explicar cómo en años como en 2011, es decir, en presencia de incrementos de la producción y la demanda, sigue aumentando el desempleo. Sin embargo, hecha esta licencia, la misma ha de ponerse entre paréntesis, y ello porque, como vemos en el propio gráfico que sirve para sustentar lo dicho sobre la capacidad del enfoque examinado, aunque las premisas de éste se cumple, ello se da sólo en términos generales: puede apreciarse como existen sectores en los que los aumentos salariales son menores que el crecimiento de la producción y sin que ello impida la generación de desempleo, tal y como ocurre en las comunicaciones y la industria manufacturera, así como sectores en los que el aumento salarial es más elevado que la producción sin que ello impida un comportamiento sumamente favorable del desempleo, tal y como ocurre en la hostelería, lo cual se debe al hecho de que casi para cualquier aumento de la demanda haya de contratarse un cantidad amplia de trabajadores en tanto es un sector intensivo en mano de obra (lo cual nos devuelve al problema de la reducida base informacional de la teoría insiders-outsiders). Por tanto, aunque ha de aceptarse cierto margen para esta teoría en supuestos tan restringidos como el actual, dicho margen ha de abordarse como suma cautela.


IV. CONCLUSIONES

   Llegados al final del análisis, creo que es justo considerar que la teoría insiders-outsiders constituye un enfoque con una carga política sumamente pronunciada que deja de lado de manera deliberada los elementos económicos que no resultan interesantes en atención a alcanzar una conclusión fijada a priori y basada en culpabilizar del desempleo y la histéresis del mercado laboral a la configuración normativa de las relaciones laborales (negociación colectiva –sindicatos- y protección contra el despido en cuanto a los insideres, y cotizaciones sociales, costes de formación, salario mínimo y prestaciones por desempleo en cuanto a los outsiders) y, a la vez, los elementos que sí pudieran ser útiles a tal efecto se analizan desde presupuestos subrealistas, son distorsionados o deliberadamente ignorados.

     En conclusión, se incide en la falsa imagen del trabajador insolidario y "apoltronado", como se repite coloquial pero insistentemente desde los seguidores de esta teoría, a la vez que se identifica a los mecanismos tuitivos de los trabajadores (sindicatos, negociación colectiva y regulación de derechos) en su relación con el empresario como los causantes del desempleo, buscando un enfrentamiento deliberado y ficticio entre los propios trabajadores mientras se obvian todos los elementos de abuso e ineficacia empresarial que puedan tener cualquier grado de responsabilidad en la situación económica actual, de modo que no se aborda el problema desde una óptica orientada a proponer soluciones realistas, pues ello exige de un análisis previo calificable como tal, sino medidas orientadas a satisfacer una determinada orientación ideológica configurada a priorísticamente.

         En ese sentido, la similitud de los hechos en los que dicha teoría afirma asentarse (que no sus presupuestos lógico-científicos) con muchas dinámicas sociales existentes (como el alto desempleo o la asentada dualidad del mercado laboral) parecen dotarla de un cierto viso de verosimilitud (hecho en el que juega, como es lógico, un papel capital su publicitación mediática desde los principales medios políticos y financieros con exclusión de cualquier otra óptica no compatible con ella). Sin embargo, abordar seriamente esta teoría desde la óptica postkeynesiana supone dejar patente las incosistencias lógicas de la misma tal y como ya se expuso al inicio del epígrafe segundo. De hecho, y para finalizar, sólo en los contextos muy reducidos y específicos en los que parece gozar de capacidad explicativa al acomodarse diversas dinámicas internas del mercado de trabajo a lo por ella propuesto, ésta no es capaz de argumentar sólidamente el por qué del comportamiento paralelo y simultáneo de otro buen número de variables del mercado laboral.





BIBLIOGRAFÍA

-      E. APPELBAUM, “El mercado de trabajo en la teoría en la teoría postkeynesiana”.
-         J. DOLADO, A. FELGUEROSO y M. JANSEN, “¿Quiénes son los insiders en España?”.
-         A. EICHNER, "Stagflation: explicando lo inexplicable".
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-        J. FERREIRO y otros, “Teoría Insider-Outsider y temporalidad en el mercado de trabajo español".
-      O. DE JUAN ASENJO, "Teorías sobre le empleo y el desempleo. ¿Explica alguna teoría la elevada tasa de paro española?"
-         J. M. LASIERRA, “Economía del trabajo y política laboral”.
-         R. LAYARD, S. NICKELL y R. JACKMAN, “La crisis del paro”.
-         A. LINDBECK, “Paro y macroeconomía”.
-        OIT, Boletín Internacional de Investigación Sindical Nº211 (“Crisis: causas, perspectivas y alternativas”)
-        J. PALACIO MORENO y C. ÁLVAREZ ALEDO, “El mercado de trabajo: análisis y políticas”.
-        P. PEREZ y otros, “Los nuevos economistas keynesianos y su interpretación del mercado de trabajo”.
-        D. T. PANIGO, “Empleo y desempleo en la teoría postkeynesiana”




[1] En “Boletín de Inflación y Análisis Económico”, del Instituto Flores de Lemus (Universidad Carlos III de Madrid), Nº 204 (Septiembre de 2011), página 46.
[2] Idem. Página 47.
[3] Primero a través del paper Involuntary Unemployment as an Insider-Outsider Dilemma” (1984) y, finalmente, en la publicación “The Insider-Outsider theory of Employment and Unemployment” (1989). También es destacable la obra de O. BLANCHARD y L. SUMMERS “Hysteresis and the european unemployment problem” (1989).
[4] Denominado así por ser sus autores R. LAYARD, S. NICKELL y R. JACKMAN (ver. Unemployment: macroeconomic performance and the labour market -1991-).
[5] En “Paro y macroeconomía” (pags. 38 a 44)
[6] W1: Salario pactado en la negociación; DL1: Demanda de trabajadores; L1: cantidad de trabajo al salario pactado en la negociación; CDI: curva de indiferencia insiders; RRR: salario a partir del cual los insiders son sustituidos; WeR: salario pactado para los entrantes; F: costes de despido; H: costes de contratación.
[7] En “¿Quiénes son los insiders en España? (junto a F. FELGUEROSO y M. JANSEN). En tal trabajo, argumentando en base a las características de la regulación del contrato como de las elecciones sindicales y de la sociología electoral en general, se realiza una identificación directa de los insiders con los trabajadores en régimen de contrato indefinido.
[8] En “Teoría Insider-Outsider y temporalidad en el mercado de trabajo español”.
[9] D. T. PANIGO, en “Empleo y desempleo en la teoría postkeynesiana”).
[10] El primer conjunto se caracterizaría por poseer elevados coeficientes capital/trabajo, tecnologías sofisticadas, considerables costes de formación, salarios elevados, mano de obra relativamente estable y sistemas de promoción interna identificados como “mercados internos de trabajo”; el segundo se definiría por su falta de poder de mercado, uso de técnicas de dirección menos sofisticadas, bajos requisitos de capital, menores cualificaciones, menores salarios, empleos menos estables y menor densidad sindical. Aunque se trata de un esquema simplificado, se aprecia una fuerte similitud con el panorama empresarial español, especialmente respecto de los sectores principales de la economía especialmente intensivos en cuanto a mano de obra con altísima presencia de PYMES
[11] Aunque se aprecia que existe similitud entre amabas teorías, puede decirse que el enfoque institucionalista, al integrar un mayor número de variables más allá de la forma de contratación, posee un análisis más exhaustivo y enriquecido sobre la dualidad laboral. Por contra, la teoría insiders-outsiders, la cual nace en realidad de la integración en la perspectiva neoclásica de parte de las innovaciones expuestas por el enfoque institucionalista, supone una interpretación reduccionista del mismo.
[12] Ello supone, por tanto, la superación de la estructura empresarial de oferentes relativamente homogéneos “aceptantes” del precio que, en esta estructura competitiva, supondría el equilibrio, pues éste pasa a ser una construcción no sostenible si la determinación de precios se observa según la más realista estructura núcleo-periferia.
[13] Con esa expresión se hace referencia a que la relación entre, por una parte, la cantidad máquinas utilizadas y le número de trabajadores, y, por otra, la producción de la empresa, es aproximadamente constate, de modo que el potencial de utilización del coste salarial es sólo relativo, pues una reducción de los costes salariales no tiene por uqé repercutir en el precio final debido al sistema mark-up.
[14] Axioma que parece corroborarse con el hecho de que, durante el ciclo expansivo, con la misma normativa laboral, España creaba en torno de 3 a 4 de cada 10 puestos de trabajo generados en Europa.
[15] Se trataría, por tanto, de una ganancia de “competitividad pasiva”, es decir, de un instrumento de rebaja de los costes laborales sin modificar ni la calidad de los productos ni de los procesos productivos,  la cual, al generalizarse por el sistema, no mejora el funcionamiento de la economía en tanto da lugar, por el contrario, a dumping social y resta competitividad a medio y largo plazo: mientras que si una empresa tomada individualmente aumenta sus beneficios al reducir sus costes laborales unitarios y aumenta así su competitividad, si todas consiguen rebajar sus salarios y cotizaciones, mientras aumentan su margen de beneficios, la inevitable reducción de la demanda hará que, a largo plazo, vendan en su conjunto menos productos –frenando el crecimiento- o hayan de reducir el precio de éstos ante la menor demanda, volviendo a la situación de partida  pero habiendo perdido por el camino bienestar y eficiencia. Como muestra de ello, los países con mano de obra barata acaban consolidando una estructura productiva con técnicas mucho menos eficiente (“paradoja Kaleckiana de los costes”).
[16] Así, como señala PANIGO, “si la reducción salarial se desarrolla en un ambiente deflacionario, el resultado más probable es el de una caída del nivel general de empleo, producto de la menor demanda agregada que se genera por un aumento del coste real de endeudamiento y del mayor atesoramiento por parte de los agentes de sus reservas ante tal inestabilidad”.
[17] La defensa de que la indemnización de 45 días es la que debe tomarse en cuenta parte de que la reforma laboral de 2002 instauró en el denominado “despido exprés” mediante el cual podía abonarse dicha indemnización y reconocer la improcedencia (aunque la causa real sea económica) para evitar la judicialización del despido. Sin embargo, el que esta forma fuera usada masivamente no puede utilizarse como argumento para duplicar el tamaño de la brecha de protección, pues si el despido se encontrara justificado económica, la demora procesal no supone un sobrecoste para el empresario. Además, dicho uso masivo llevo incluso a intuir que el coste de la misma no es tan elevado como suele argumentarse.
[18] Ver "The stagflationary consequences of <<prudent>> monetary policy in a unionized economy" (P. SKOTT) y "A postkeynesian amendmet to the now consensus on monetary policy" (M. LAVOIE).
[19] A. EICHNER, en "Stagflation: explicando lo inexplicable".
[20] O. DE JUAN en "Teorías sobre el empleo y el desempleo. ¿Explica alguna la elevada tasa de paro española?".
[21] Salta a la vista que esto tiene especial relevancia ante una crisis como la actual en cuya base está el hiperendeudamiento privado y la disminución del poder colectivo de los trabajadores.

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